23 diciembre 2005

Las Increíbles Sillas Palimpsésticas

Uff, cuanto tiempo sin pasar por aquí... esperad que limpio un poco las telarañas.

Ya está. Bueno, la verdad es que, aunque suene a excusa, he estado muy liado (desde la exposición de juguetes físicos, todo un éxito, hasta mis viajes con extravío incluido por motivos de trabajo). Sin ir más lejos os cuento lo que me ocupó gran parte del lunes pasado.

Tenía que tapizar cuatro sillas de casa. Tarea fácil, me dije: 1) Quitar el asiento; 2) Quitar la funda y la espuma antigua; 3) Colocar la espuma y funda nueva; 4) Colocar el asiento. Así hasta completar las cuatro sillas. Parece sencillo, ¿verdad? Pues no, la cosa se complica si nos encontramos con (léase con voz de serial de los 50) “Las Increíbles Sillas Palimpsésticas”. Os cuento...

Estaba yo tan contento en el segundo paso de mi primera silla cuando, al darle la vuelta al asiento, observo con sorpresa como allí había más hierro que en las espinacas de Popeye: 20 grapas en cada lado de la silla, en total ¡80 grapas para sujetar la tela!

Aquí comenzó el cabreo. Con paciencia y un destornillador me dispuse a quitar las grapas una a una, cosa en la que empleé bastante tiempo, la verdad sea dicha. En la grapa nº 80 me disponía a celebrar el triunfo del hombre sobre la silla, pero descubrí con asombro que debajo de la tela había otra tela más, sujeta (lo habéis adivinado) con otras 80 grapas.

Pues nada, ea, manos a la obra de nuevo. Poco a poco quitaba las grapas, los dedos ya se resentían, pero la meta estaba cercana... llegamos a la grapa 80-bis y... ¡otra tela! En ese momento comprendí la cara que se le quedaba a Superlópez en “La Caja de Pandora”. 80 grapas más, ¡240 grapas para sujetar una funda! Magneto podría haber hecho levitar a aquella silla.

Resignado ya a cumplir mi condena hasta el fin de los días, ataqué a las grapas una por una, como en las pelis de chinos, hasta que por fin llegué a la última, la 80-bis-bis, u 80-tris (aunque no llegara a ella en un ídem). Me preguntaba con que precioso estampado de los 70 me deleitaría esta vez cuando descubrí que había llegado a las espuma. Yo, cual Profesor Lidenbrock, había llegado al centro de la silla (¿habría algún ictiosaurio pululando por la espuma?).

Por fin quité la espuma —cuatro grapas después, claro— de aquella silla tan perecida a una cebolla (tenía muchas capas y me hizo llorar). Envalentonado, corté la nueva espuma, la puse sobre la tabla, la cubrí con la nueva funda (que había pasado de moda mientras tanto) y le coloqué la primera grapa — ¡bien!—, segunda grapa — ¡bien!— tercera grapa — ¡bieeeee… rda! Se acabaron las grapas… Nada que no resuelva poniendo grapas nuevas, ¿no?

Eso creía yo, hasta que me topé con “Las Fantabulosas Grapas-Chicle”, esas grapas que cada vez que tocaban la madera se doblaban en mil y una divertidas posiciones. Intenté clavarlas con cuidado (y un martillo), pero no hubo forma: las grapas-chicle, en un último acto de rebeldía, se retorcieron dentro de la grapadora, atascándola y dejándola en un estado que los Físicos denominamos “más p’allá que p’acá”.

Cuando decidí cambiar de grapas la grapadora ya agonizaba, y si hubiera tenido ojos me hubiera pedido que la matara antes de hacerla sufrir. Cada tres grapas tenía que abrirla y desatascarla, pero bueno, al menos ya iba la cosa. Zeolum 1 – Silla 0.

Decidido a no condenar a mis herederos a mi penitencia coloqué la funda con tan sólo 16 grapas. Hijos míos, si algún día volvéis a tapizar estas sillas que os lego, acordaos de mí y de cómo os facilité la tarea (y si me sois infieles con el Ikea os perseguiré como fantasma).

Y así terminé la primera silla, con la alegría del trabajo bien hecho, pero sabiendo que todavía quedaban tres más. Es como cuando ves “La Amenaza Fantasma” y piensas: “buff, todavía quedan dos más, y el Holiday Special…”.

732 grapas después, y ya sin huellas dactilares, me alcé triunfante y victorioso sobre las sillas, y las humillé una a una sentándome sobre ellas (y porque no había comido fabada, que si no mi venganza hubiera sido completa).

Así que, amigos míos, si alguna vez me visitáis y os sentáis en mis sillas, pensad que en ellas vertí mi sangre, sudor y lágrimas, y por tanto ya son parte viva de mí. Poltroncilla, Asentona, Tronera y Miscojines os desean a todos unas muy felices fiestas.

3 Comentarios:

Blogger Dufraine314 dijo...

¿Por que tantas molestias sin yo me siento en el sillon? No tenias q haberte molestado. :)

Muy bueno, tio. Ahi se ha notado q tienes alma de experimental, jeje

23/12/05 22:58  
Blogger Raistlin dijo...

Que buen post, jajajajaja :D

Yo asimilé y acepté hace eones que no tengo ni paciencia ni habilidad para esas cosas ^^

25/12/05 23:50  
Blogger Raistlin dijo...

Perdón por el offtopic, pero he cambiado de dirección mi blog:
http://torredehechiceria.blogspot.com

Para que lo modifiques en cuanto puedas ;)

2/1/06 02:07  

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